La tumba del apóstol Santiago. Arqueología de la construcción de un santuario altomedieval
La última conferencia de las III Jornadas de Arqueología Medieval organizadas por APIAA, el viernes 27 a las 19:00 h en el salón de actos del Museo Arqueológico de Asturias, correrá a cargo de José Suárez Otero y tiene como título La tumba del apóstol Santiago. Arqueología de la construcción de un santuario altomedieval.
La investigación arqueológica en torno a la tumba atribuida al Apóstol Santiago comenzó hace más de cien años de la mano del canónigo A. López Ferreiro y continúo a lo largo del siglo XX, con la excavación del subsuelo de la basílica por M. Chamoso Lamas, y finalmente del entorno de la catedral, especialmente en la plaza da Quintana y bajo los edificios claustrales. Centrada inicialmente en la tumba, la arqueología permite aproximarse a un largo y complejo proceso histórico que se inicia a fines del s. I d. C., con un pequeño cementerio de carácter marcadamente romano, expresión del proceso de colonización del territorio noroeste de la Gallaecia y asociado a una incipiente red viaría. Un enclave que resurge en la tardoantigüedad, a fines del s. III d. C., para transformase en la transición al período medieval, s. V d. C., en un cementerio conformado, principalmente, por un importante conjunto de sarcófagos pétreos de cubiertas decoradas con el tema de la «doble estola». Ese cementerio es el primer indicio seguro de una cristianización que carece, sin embargo, de referentes cultuales claros, y parece perdurar no más allá de fines del siglo VI.
La segunda parte de esta historia, centro fundamental de nuestro interés, corresponde a la inventio fechada a principios del siglo IX: el descubrimiento de la tumba por parte del obispo Teodomiro de Iria y sus consecuencias en los siglos posteriores. La lectura arqueológica, especialmente de la nueva gran necrópolis que ocupará el espacio de las antiguas, dibuja unos comienzos ligados a una tímida recuperación del enclave a lo largo del s. VIII. Recuperación que va adquirir, sin embargo, una nueva formulación en el IX, y que será el punto de partida de la construcción del santuario monástico-martirial dedicado al culto jacobeo, el Locus Sanctus Iacobi. Una materialidad arqueológica, paradójicamente poco conocida o mal interpretada, en forma de restos de basílicas, palacios, casas y murallas, unida a una cultura material en proceso de acusada transformación, definen la conformación de ese santuario y su paulatina conversión en una realidad urbana, Compostela, que a partir de fines del siglo XI será ya reconocida como Civitas Iacobi.