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Monasterio de Santa María de Lapedo en Belmonte de Miranda

Benedictinos, cisterciense, medieval, paisaje monástico

El monasterio de Santa María de Lapedo, más tarde conocido como de Belmonte, se encuentra en el concejo de Belmonte de Miranda. Se sitúa en una zona de gran belleza paisajística, junto al río Pigüeña y protegida por montañas, que fueron fundamentales para su funcionamiento y sostenibilidad económica.

El monasterio de Lapedo tiene un origen ligado a la nobleza asturiana. En 1032, el rey Vermudo III cedió la villa de Lapedo a Pelayo Fróilaz y su esposa Ildoncia Ordóñez, estableciendo así el núcleo patrimonial que daría origen al cenobio. La primera referencia documental específica al mismo data de 1096, cuando María Fróilaz, hija de los fundadores, donó una parte a la iglesia de Oviedo.

A lo largo del siglo XII, el conde Pedro Alfonso jugó un papel clave en su consolidación, realizando donaciones y obteniendo la confirmación real de Alfonso VII en 1143. En 1151, se menciona expresamente la existencia de la iglesia monástica, lo que indica que para entonces ya era un espacio con funciones religiosas establecidas.

El monasterio evolucionó con el tiempo. En 1206, probablemente, se incorporó a la orden del Císter, aunque hubo resistencias internas a este cambio. En 1222, el nombre de «Belmonte» ya aparece en documentos, y en 1233 se menciona el claustro por primera vez. En el siglo XVI, se tomó la decisión de reconstruir el edificio monástico en un área más baja y llana, trasladándolo desde su ubicación original.

En la actualidad, los restos del monasterio están muy deteriorados y apenas quedan estructuras en pie. Sin embargo, a través de fuentes documentales y prospecciones arqueológicas, se han podido identificar algunos vestigios. Se conserva una parte de la cabecera de la iglesia, con muros de mampostería y sillería en las esquinas, así como un contrafuerte que refuerza la estructura contra la roca.

Otras referencias indican la presencia de un claustro con viviendas anexas y de una iglesia renacentista construida en el siglo XVI, de la cual han sobrevivido fragmentos documentales y planos históricos. El monasterio tenía también una cerca que fue levantada en el siglo XVIII y que todavía es parcialmente visible hoy en día.

El agua desempeñó un papel esencial en el monasterio, tanto para el abastecimiento de la comunidad como para la gestión de sus tierras y actividades productivas. Se ha documentado un sistema hidráulico complejo que incluía una presa construida con grandes bloques de cuarcita y arenisca, con un canal de derivación excavado en la roca, como ha identificado Fernando Miguel Hernández. Este canal tomaba el agua del arroyo Valdepesado y la dirigía hacia el monasterio, facilitando el uso doméstico y hortícola. En 1677, una gran crecida del río Pigüeña llegó a inundar parte del monasterio, lo que demuestra la fuerte dependencia de este sistema de gestión del agua y su vulnerabilidad ante fenómenos naturales.

El monasterio de Santa María de Lapedo también tuvo una importante actividad metalúrgica. Se ha documentado la existencia de una ferrería vinculada al cenobio, situada a unos 2 km al noroeste del monasterio. Este complejo incluía un martinete y una herrería, utilizados para la producción de herramientas y otros elementos metálicos. En documentos del siglo XVIII y en los diarios de Jovellanos se menciona la actividad de estos ingenios hidráulicos, que empleaban la fuerza del agua para mover ruedas de paletas y martinetes. La ferrería estuvo en funcionamiento hasta el siglo XX, cuando los últimos herreros, la familia Hevia, dejaron de trabajar en ella. Actualmente, algunos restos de la misma están catalogados como patrimonio etnográfico.

El monasterio de Santa María de Lapedo está protegido como bien del Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias. A pesar de la importancia histórica y patrimonial del monasterio, su estado actual es precario. La ausencia de un plan de conservación y la falta de intervenciones arqueológicas en profundidad han dificultado la recuperación y puesta en valor de este conjunto monástico, que sigue expuesto a la erosión del tiempo y al olvido.

Imágenes

Figura 1. Grabado en el que se representa el claustro de Belmonte realizado por Francisco Javier Parcerisa en 1852.

Belmonte de Miranda Figura 1

Figura 2. Mapa de Belmonte de Miranda elaborado por Francisco Pérez para el atlas de Coello, donde se aprecian los edificios que formaban el antiguo monasterio.

Belmonte de Miranda Figura 2

Figura 3. Tirante que, probablemente, sujetaba la esquina de la iglesia para trasladar los empujes a la roca.

Belmonte de Miranda Figura 3

Figura 4. Canal de derivación de la presa monástica.

Belmonte de Miranda Figura 4

Nailos

Artículo completo en la revista Nailos: https://nailos.org/index.php/nailos/article/view/247

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